Levantar alas como águilas...

San Mateo 1: 18,19,20,21,22,23

08.12.2009 07:19

"El nacimiento de Jesucristo fue así: estando desposada María, su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. José, su marido, como era justo, y no quería difamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María, tu mujer, porque lo que en ella es engendrado del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo y llamarás su nombre Jesís porque Él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta cuando dijo: he aquí una virgen concebirá y dará a luz un hijo y llamarás su nombre Emanuel que traducido es Dios con nosotros". San Mateo 1: 18,19,20,21,22,23.
 
Los versículos anteriores nos dejan, como toda la Palabra de Dios, grandes enseñanzas. No está escrito que, de nuevo, una mujer conciba un hijo del Espíritu de Dios. Ese acontecimiento es único en la historia y no habrá otro Jesús; Él volverá, otra vez, en su segunda venida para raptar a su iglesia.

Sin embargo, lo que ocurrió en esa extraordinaria mujer llamada María es algo que, en forma diferente, puede ocurrir en cada uno de nosotros cuando creemos. El Espíritu de Dios realizó en María un milagro sorprendente; pero, de igual manera, puede hacerlo en usted si confia y cree que hoy el Señor continua haciendo milagros y prodigios.

Una persona puede nacer de nuevo, puede tener una nueva vida, cuando el Espíritu del Señor cambia su corazón y su mente. Un corazón endurecido, por experiencias pasadas, puede ser transformado en un corazón sensible en el cual la amargura, los resentimientos, el dolor, el odio ya no están presentes. De igual manera, el Espíritu de Dios puede transformar la mente cambiando los pensamientos perversos en pensamientos de bien, de poder y autoridad, para la Gloria de Dios.

Al igual que el Espíritu de Dios hizo un milagro en María hoy puede hacerlo en usted si se dispone y cree. Lo que ocurrió con María, hace miles de años, fue el inicio del cumplimiento de la promesa que Dios le había hecho a la humanidad: el nacimiento de Jesús quien vendría al mundo para darnos la salvación.

Dios cumple sus promesas; está escrito que Él no es hombre para que mienta ni hijo de hombre para que se arrepienta; por eso podemos vivir confiados porque Él nos ha prometido paz, gozo, sanidad, prosperidad, fuerza, protección, liberación y salvación. Quienes examinan las Sagradas Escrituras conocen el amor de Dios y lo que Él le ha prometido a su pueblo. Dele la oportunidad al Señor para que nazca en su corazón y sea la prioridad en su vida y disfrute de las bendiciones que esa sabia decisión le traerá a usted y a su familia.

Que el Señor los bendiga.

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Lilliana María Incera Villalta

lincera03@hotmail.com

San José, Costa Rica

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