Levantar alas como águilas...

Salmo 91: 1,2,9,10,11,12

16.11.2009 08:33

"El que habita al abrigo del altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: esperanza mía y castillo mío; mi Dios en quien confiaré. Porque has puesto a Jehová que es mi esperanza; al Altísimo por tu habitación no te sobrevendrá mal ni plaga tocará tu morada pues a sus ángeles mandará acerca de ti que te guarden en todos en todos tus caminos. En las manos te llevarán para que tu pie no tropiece en piedra". Salmo 91: 1,2,9,10,11,12

Piense por un momento, en la forma en que los padres abrigan a sus hijos cuando sienten frío. Es hermoso observar como una madre o un padre desabotona el abrigo que trae puesto para acercar al hijo, abrazarlo y cubrirlo con la prenda para brindarle calor y seguridad. De igual manera, por las noches, antes de acostarse, visitan la habitación del niño, se acercan a la cama y con amor arreglan las cobijas para que duerma tranquilamente; nada alrededor le quita la paz tan solo duerme plácidamente. Es una conducta que nace en el corazón de los padres que aman a sus hijos.

De igual manera, como Padre perfecto, Dios tiene demostraciones perfectas de amor y protección para sus hijos. Él extiende su poder y nos acerca a su presencia para que nadie nos pueda hacer daño porque dice su Palabra: si Él está con nosotros entonces ¿quien podrá estar en nuestra contra?; Dios nos adoptó como sus hijos; estamos bajo su sombra fresca; por lo tanto quienes intentan pelear contra nosotros lo estarán haciendo contra el mismo Dios.

Él es nuestro castillo; alrededor de quienes le aman se levanta una fortaleza que no podrá ser derribada por el enemigo. Indiscutiblemente, los intentos, de algunos, por destruirnos y las pruebas de diversa naturaleza, estarán presentes en las vidas de los hijos de Dios pero la victoria final "es mía" dijo el Señor. Un ejército de ángeles se encuentra alrededor nuestro y ante la orden del Rey de Reyes y Señor de Señores vendrán en nuestra ayuda y seremos librados del lazo del cazador. Viva confiado bajo la sombra del Omnipotente; sea sabio y cuando tenga un problema, cualquiera que sea, no lo retenga, ni pierda la paz corriendo de un lado a otro tratando de encontrarle solución. Entréguele la dificultad al Señor; dígale, con sus propias palabras que no sabe que hacer, que está perdido, que no encuentra la salida; no busque palabras sofisticadas ni adopte conductas extrañas ante la presencia del Señor; Él solo quiere escucharlo con toda naturalidad.

Recuerde que Él es su Padre y usted es su hijo y lo único que Él espera es iniciar una conversación sencilla como las que se desarrollan en las familias cuando sus miembros se aman. Después, en el momento de Dios, usted comenzará a ver como todas las piezas de su "tragedia" comienzan a ordenarse y se sorprenderá del amor y del cuidado sobrenatural que Él siempre tuvo por usted. "De oídas te conocía pero ahora mis ojos te ven" es el pensamiento que nace en el corazón que quien confió en Él y, por su Gracia, superó la prueba.

Que el Señor los bendiga.

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Lilliana María Incera Villalta

lincera03@hotmail.com

San José, Costa Rica

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