“Bendice alma mía a Jehová y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades. El que sana todas tus dolencias. El que rescata del hoyo tu vida. El que te corona de favores y misericordias. El que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila”. Salmo 103: 2, 3, 4, 5
El Señor es bueno en gran manera. Su anhelo es favorecernos y bendecirnos hasta que su bendición sobreabunde. Sus beneficios sobre las vidas de las personas son innumerables. David menciona algunos y nosotros también podemos hacerlo. Sin embargo, quienes amamos y respetamos al Señor somos aun más privilegiados por la comunión que tenemos con Él y porque percibimos como las bendiciones descienden sobre nuestras vidas. El Señor murió por todos nosotros y su presencia está hoy en nuestro interior; como bien lo dice su Palabra: “mas ya no vivo yo, Cristo vive en mi”. Dios es juez justo, es médico por excelencia, es rescatistas porque nos saca del hoy, cualquiera que sea, y es galardonador pues te premia con corona de justicia. Él merece todo honor y toda gloria.
Que el Señor los bendiga.
Lilliana María Incera Villalta
San José, Costa Rica