Juan 1: 19,20,21,22 y 23

"Este es el testimonio de Juan cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿tu quien eres?. Confesó y no negó sino confesó: Yo no soy el Cristo. Y le preguntaron: ¿que pues?. ¿Eres tu Elías?, dijo no soy. ¿Eres tu el profesta? y respondió: no. Le dijeron: ¿pues quien eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Que dices de ti mismo?. Dijo: yo soy la voz de uno que clama en el desierto: enderezad el camino del Señor como dijo el profeta Isaías".
Juan 1: 19,20,21,22 y 23
 
Ayer durante el culto dominical, el maestro Sixto Porras, con gran sabiduría, habló sobre los versículos citados y fue tan edificante que quiero compartir la enseñanza con todos ustedes. El interrogatorio fue hecho, por los fariseos, a Juan el Bautista. Ellos querían saber quien era Juan pues muchos creían que él era el Cristo; pero, Juan les aclara que él viene hablando en el nombre del Señor Jesús para que quienes lo escuchan asimilen el mensaje y cambien la dirección de sus pasos.

Sin embargo, Sixto, además de referirse a las escrituras, lanzó la gran pregunta a la congregación y es la misma que yo, hoy, les formulo a cada uno de ustedes: ¿tu, quien eres? Que podríamos responder si nos hicieran esa pregunta?. Por supuesto que tenemos un nombre y un apellido; tenemos razgos físicos que nos identifican, una familia y una cédula de identidad, entre otras cosas. Pero, realmente, ¿quienes somos?; ¿somos una marca, o un carro, o una casa, o un status?; ¿somos una apariencia?. ¿Que hay dentro de nosotros que realmente nos identifica?. ¿Que es lo que realmente va a perdurar en nuestras vidas?. 

La respuesta es: "Dios"; Él es quien realmente nos va a dar nuestra verdadera identidad y, aunque nos parezca imposible, cuando nos vean y nos escuchen hablar, las personas tendrán que identificar en nostros al mismo Señor Jesucristo. Él es quien nos va a acompañar por siempre y nos va a tender la mano en momentos de gran angustia y necesidad. Él es quien nos va a llenar la vida de paz, fortaleza, gozo y amor. Él es quien cumple sus promesas y nos sacará de la oscuridad y nos llevará a su luz admirable. Él es quien guiará nuestros pasos y nos indicará la dirección que debemos seguir y quien pondrá en nuestras bocas las palabras que debemos decir.

Dice su Palabra que ya no vivimos nosotros sino que es Él quien vive en cada quien. Y si el vive en nosotros tendremos que asumir, cada día, una actitud diferente ante la vida pues ya no estaremos en derrota sino que iremos de victoria en victoria. Pero, los guerreros obtienen la victoria con esfuerzo y valentía; por eso, pídale al Señor esos requisitos para que usted adquiere una nueva identidad; Él siempre viene en nuestra ayuda y cumple su Palabra. Nunca se averguence de decirle al mundo que usted es un seguidor de Cristo y que gracias a su misericordia tiene hoy una identidad, en Cristo Jesús, que lo (a) diferencia de los demás. Nosotros, quienes lo amamos, marcamos la diferencia.

Que el Señor los bendiga.